El ciclo de sueño-vigilia es uno de los ritmos del organismo. Está dictado por procesos de equilibrio y por el ritmo circadiano (ciclo luz/oscuridad).
Las grabaciones de electroencefalograma demuestran que el sueño evoluciona constantemente en una sucesión regular de cinco fases o etapas que duran entre 90 y 120 minutos. Las primeras cuatro etapas constituyen un período “sin movimientos oculares rápidos” o sueño NMOR (NREM en inglés). La quinta etapa se caracteriza por Movimientos Oculares Rápidos o sueño MOR (REM en inglés), también llamado “sueño paradójico” por su semejanza con la vigilia. Durante las dos primeras etapas uno se duerme pero no es un sueño profundo. En las etapas 3 y 4 se llega al sueño profundo que restaura. La respiración y el ritmo cardíaco se vuelven más lentos y el cuerpo está quieto. La etapa 5 muestra actividad cerebral y que uno sueña.
La fase de sueño profundo y refrescante depende de la acción compleja de múltiples neurotransmisores (comunicación entre las neuronas) que se produce a lo largo de la noche. La fisiología del sueño se relaciona con la secreción de ciertas hormonas como la melatonina, secretada durante el inicio del sueño, el cortisol secretado después de despertarse y la hormona de crecimiento secretada durante la noche.
El buen dormir es indispensable para mantener las funciones de aprendizaje y memorización. Durante el ciclo del sueño se optimizan las capacidades de renovación celular, inmunitarias y de recuperación y reconstrucción de la reserva de energía cerebral.
Los trastornos del sueño son condiciones médicas en la que los patrones de sueño descritos anteriormente se encuentran alterados. Pueden tener un impacto negativo en el balance emocional, en la energía, en la productividad y en la salud de una persona.
En el mal dormir intervienen factores genéticos (por ejemplo, lengua grande) y otros componentes de procedencia interna (ansiedad, preocupaciones, depresión, estrés) y externa (luz, frío, ruidos, el colchón).
Las perturbaciones más frecuentes del ciclo del sueño son la excesiva somnolencia y el cansancio durante el día (falta de control del sueño, dificultades respiratorias, ronquidos, apnea del sueño), el insomnio (múltiples despertares durante la noche, dificultad para conciliar el sueño), los trastornos del ritmo de los ciclos del sueño-vigilia, el síndrome de las piernas inquietas y las parasomnias (pesadillas, sonambulismo, hablar mientras se duerme o rechinar los dientes, entre otras).